El crack de 1927. La Guerra Civil Española. La llegada del hombre a la Luna. La firma de la Constitución Española. La invención de Internet y la World Wide Web. La privatización de empresas públicas en la España de los años noventa. La popularización del smartphone.
No es una lección de historia. Todos estos hechos históricos ocurrieron durante la existencia de Telefónica, miembro CTA, y afectaron de una forma más o menos directa a una empresa que cumple 100 años desde su fundación el 19 de abril de 1924 (sábado santo) como Compañía Telefónica Nacional de España.
Cumplir el centenario es un hito de valor enorme, algo de lo que pocas compañías pueden presumir. Por poner las cosas en perspectiva: la empresa más valiosa del mundo en la actualidad, Microsoft, tiene 49 años de edad, uno más que su predecesora, Apple.
El que durante muchas décadas fue el único operador de España, de carácter público, ha vivido una larga trayectoria y hoy, privado desde el año 1997, aguanta como el primer operador español en ingresos y uno de los mayores de Europa.
Pese a todo, la carrera de fondo de la economía a veces es un sprint y Telefónica afronta su segundo siglo de existencia con varios desafíos por delante que determinarán si sigue siendo líder e incluso su supervivencia a largo plazo.
Clientes: el desafío de volver a ser primeros en España
Telefónica lleva un siglo siendo la primera empresa en España en clientes de telefonía, pero se da la ironía de que empieza su segundo siglo de existencia como segunda por delante de un nuevo actor que en realidad es un viejo conocido.
Con la fusión de MásMóvil y Orange en España, la recién formada MasOrange se ha convertido en líder en clientes de telefonía móvil y fija en nuestro país con más de 37 millones de líneas totales solo sumando estos apartados.
De ellos, más de 30 millones son clientes de servicios de móvil y 7,3 millones, de banda ancha. Aparte, tiene también 2,3 millones de usuarios de televisión de pago.
Telefónica por su parte tiene un total de 37,42 millones de clientes en España, pero esto incluyendo la televisión –donde es líder con 3,42 millones–, algo que MasOrange no hace. En móvil es segunda con 20,11 millones de clientes con los que terminó el año 2023, y también lo es en banda ancha, con 5,93 millones de usuarios.
El reto de Telefónica pasa por volver a colocarse como líder en el mercado español en el largo plazo, algo que no será fácil por la encarnizada batalla que mantienen los mayoristas con el low cost, que está propiciando el crecimiento disparado de compañías como Digi.
Los expertos creen que Telefónica tiene posibilidades de volver al número uno en clientes cuando MasOrange vaya consolidándose después de la fusión.
«Mi predicción es que Telefónica recuperará la primera posición. Es sabido que en las fusiones uno más uno no es dos«, destaca Jesús Cristóbal, profesor de OBS Business School.
Pero la lucha con el low cost requerirá cambios más profundos por parte de Telefónica y no solamente esperar a volver a estar en la cumbre sino tomar medidas para serlo en el largo plazo.
«Para avanzar con éxito, la compañía deberá enfocarse en la innovación, mejorar la experiencia del cliente, optimizar costos y buscar colaboraciones estratégicas que le permitan diferenciarse y mantener su posición en el mercado español de telecomunicaciones», afirma Juan Luis González, profesor de ESIC University.
Otros expertos destacan que Telefónica no debería centrarse tanto en la carrera por ser la primera en clientes sino en tener el mejor servicio para mantener su posición actual como líder en ingresos en el panorama español.
«Telefónica debe centrar sus esfuerzos en demostrar su liderazgo en redes y servicios, no en número de clientes, sino en calidad de experiencia», según Mark Giles, analista jefe de industria de Ookla.
El futuro de sus ingresos es Open Gateway, ¿pero cumplirá las expectativas y lo hará a tiempo?
Como presidente de la asociación de las telecos, la GSMA, José María Álvarez-Pallete, CEO de Telefónica, presentó en el Mobile World Congress de Barcelona del año pasado el que esperaba que fuese su nuevo modelo de negocio: Open Gateway.
Esta iniciativa pretende softwarizar las redes a través de una serie de interfaces programables (API) estandarizadas por todos los operadores y que permiten que los desarrolladores programen características por encima de red de telecomunicaciones, habilitando así nuevas soluciones y fuentes de ingresos.
Open Gateway ya ha cumplido un año de existencia y va avanzando en popularidad dentro de las telecos mundiales, ya que las compañías que representan el 65% de las conexiones globales se han unido en solo 12 meses desde que se anunciaron las primeras APIs, con 47 grupos de telecomunicaciones que representan a 239 redes móviles.
Telefónica y el resto de telecos esperan que Open Gateway sea la respuesta para revitalizar su modelo de negocio, que atraviesa un periodo complicado en la última década.
Las acciones de Telefónica llegaron a valer 25 euros en el año 2000 pero su cotización ha ido bajando progresivamente y en la actualidad el valor de sus títulos ronda los 4 euros. Su plantilla también se ha reducido, desde los 60.000 trabajadores que tenía en el 2004 hasta los 20.000 que tenía en España en 2022 y que se han reducido en casi 3.500 tras el ERE de hace unos meses.
Los expertos denuncian que la situación actual en los ingresos de las telecos debe cambiar para que la rentabilidad vuelva al sector tras un periodo negativo porque el sector tiene un carácter esencial para la economía en general.
«No tiene sentido que en el mundo en que vivimos hoy, siendo las comunicaciones y los datos una necesidad vital como el agua o la electricidad, los proveedores de la red sean empresas en pérdidas o con muy bajas rentabilidades», afirma Jesús Cristobal.
La duda es si Open Gateway será a largo plazo la panacea que Telefónica persigue, algo que pese a sus esfuerzos puede que no esté en su mano si el resto del sector no sigue por el mismo camino.
«Los principales retos de la iniciativa Open Gateway serán suscitar un interés y una adopción suficientes», apunta Mark Giles.
«Hasta ahora, Telefónica ha desempeñado un papel de liderazgo, pero otras telecos tienen que dar un paso adelante, mientras que el sector en general tiene que centrarse más en la siguiente fase, que consiste en ayudar a crear comunidades de desarrolladores y avanzar en el desarrollo de casos de uso para sectores verticales«, añade el experto de Ookla.
Deuda e inversores: tendrá que reducir el apalancamiento a la vez que mantiene el control accionarial
De cara a futuro, Telefónica tiene un reto importante sobre la mesa que solucionar a nivel económico: reducir el dinero que debe y mantener el control de la estructura accionarial de la empresa.
La elevada deuda de Telefónica, con un apalancamiento que la empresa contrajo por su agresiva inversión en redes móviles y sobre todo en la fibra óptica, es un problema en el que lleva trabajando como prioridad desde la entrada de José María Álvarez-Pallete como CEO hace casi 8 años.
En 2016, la deuda de Telefónica era de unos alarmantes 53.116 millones de euros, y esta ha ido bajando paulatinamente durante el periodo de su actual máximo dirigente, llegando a los 27.479 millones que debe en la actualidad.
No obstante, a día de hoy sigue siendo uno de sus principales quebraderos de cabeza, como se demostró en el último día del inversor de la empresa, celebrado a finales del año pasado. En él, Telefónica se propuso rebajar la deuda al 12% del Capex en 2026 y poner fin de una vez por todas al problema.
Los expertos coinciden en que la deuda es un desafío que tendrá que afrontar Telefónica en el futuro, pero al mismo tiempo destacan importantes oportunidades que pueden aflorar para el operador azul.
«Mediante la optimización de activos, la generación de flujo de efectivo, la refinanciación estratégica, la diversificación de ingresos, la innovación y el crecimiento, la empresa puede trabajar para mejorar su situación financiera y fortalecer su posición en el mercado de telecomunicaciones», asegura Juan Luis González.
Otro reto importante será el de mantener el control accionarial tras un periodo de movimiento frenético, con la entrada del operador saudí STC y posteriormente del Estado español a través de la SEPI, al considerar que la empresa tiene interés estratégico nacional y para contrarrestar el control extranjero, convirtiéndose en el principal accionista hace solo unos días.
Regulación: el factor externo que le puede aupar o perjudicar
La regulación del sector de telecomunicaciones es otro de los desafíos más importantes que afectan a Telefónica en el largo plazo, ya que hay varios frentes abiertos y las medidas que se tomen finalmente a nivel europeo puede revitalizar o comprometer al operador.
Desde hace ya tiempo el CEO de Telefónica lleva pidiendo un cambio en las normas de competencia para los operadores en Europa que impiden la concentración y que imponen medidas compensatorias cuando se produce una operación como la fusión de Orange y MásMóvil, con remedios que han beneficiado al cuarto operador, Digi.
Pese a tratarse de un rival como MasOrange que de hecho le supera en clientes, Telefónica defendió hasta el último momento que la operación se completase sin condiciones.
Álvarez-Pallete ya ha pedido una completa desregulación del sector para permitir que las telecos europeas puedan concentrarse y así competir en igualdad de condiciones con sus rivales de mercados más grandes como China y Norteamérica. Las grandes telecos europeas, incluida la española, también han pedido una regulación menos fragmentada para atraer la inversión.
Otro frente abierto de cara al futuro es el enfrentamiento regulatorio que mantienen actualmente las telecos, Telefónica incluida, contra las grandes plataformas, dentro de un debate conocido como fair share o retribución justa.
Las telecos denuncian que solo 6 tecnológicas (Netflix, Google, Meta, Microsoft, Amazon y Apple) son responsables de más de la mitad del tráfico de sus redes. Por ello, ven necesario que los reguladores las obliguen a implicarse en el despliegue y en el mantenimiento de las redes de internet fijo y móvil, que hoy costean exclusivamente los operadores.
Bruselas parece dispuesta a incorporar este elemento en la regulación de cara a futuro. En la primera versión del libro blanco de Bruselas sobre el futuro de la conectividad se recogen algunas de las reclamaciones pero habrá que esperar a que se constituya la nueva Comisión Europea tras las elecciones para que las ideas pasen a ser propuestas de ley.
No obstante, pese a la buena disposición de los reguladores actuales en algunos puntos, a largo plazo de momento hay más incógnitas que certezas sobre si la regulación europea finalmente favorece a Telefónica o sigue sin ser un aliado para un sector con dificultades.
En cuanto a la consolidación, la elevada inflación que han experimentado los consumidores españoles en los últimos años puede ser un escollo en el camino para conseguir que se permitan telecos más grandes.
«El mayor obstáculo para la consolidación en el mercado dentro de Europa seguirá siendo un fuerte enfoque normativo sobre los resultados positivos para el consumidor, en particular sobre el precio, que solo se ve exacerbado por la reciente inflación en toda Europa», destaca Mark Giles.
El debate del fair share también afrontará dificultades. La principal: incrementar los impuestos a empresas tecnológicas que en la mayoría de casos son estadounidenses puede enturbiar las relaciones transatlánticas.
«Será interesante ver cómo se desarrolla el debate sobre el fair share y si los países europeos están dispuestos a imponer gravámenes a lo que son principalmente empresas estadounidenses, sobre todo teniendo en cuenta el clima político actual», advierte el analista de Ookla.
El futuro de las redes pasa por una quimera: para ganar más hay que invertir aún más en 5G y fibra, con el 6G a la vuelta de la esquina
Por último, pero no menos importante: sin duda el gran desafío de Telefónica es la encrucijada en la que se encuentra, ya que debe invertir más en las redes móviles y fijas actuales y futuras si quiere crecer en ingresos pero al mismo tiempo debe alejarse del apalancamiento de la deuda.
Dentro de los planes de la Década Digital de la Unión Europea, se estima que habrá que realizar una inversión de al menos 174.000 millones en la red de telecomunicaciones europea tanto móvil como fija hasta el año 2030, de la cual la mayoría corresponde a operadores como Telefónica.
La banda ancha fija de momento no parece un problema ya que España, gracias a la fuerte inversión de operadores como Telefónica, tiene una de las redes de fibra óptica más rápidas y de mayor velocidad del mundo, con 15,6 millones de líneas de FTTH, de las que más de un tercio son Movistar. Pero Europa se ha comprometido a que las redes fijas de 1 Gbps sean norma en 2030.
El despliegue de 5G es el que se ha enfrentado a más problemas. La dificultad de los operadores para rentabilizar estas redes está haciendo que Europa se esté quedando atrás con respecto a China, América del Norte e incluso India, más adelantadas en el 5G Standalone o SA, el 5G real que permite velocidades más altas respecto al 5G NSA, que usa parte de la red 4G.
El problema en Europa es claro: hace falta más inversión para desplegar un 5G real de mayor velocidad en el Viejo Continente pero esta red no está consiguiendo atraer suficientes ingresos a las telecos, que piden fuentes adicionales de monetización.
«El principal reto al que se enfrentan los operadores de telecomunicaciones en el ámbito de las redes es cómo vincular la inversión incremental al crecimiento de los ingresos o los márgenes. Este fue el gran problema con la llegada del 5G [en 2019], y todavía hoy nos encontramos en el mismo punto», reconoce Mark Giles
Y a la vez, que la nueva generación de redes de móviles, el 6G, ya está en camino: ya se está desarrollando y se espera que sea una realidad en 2030. ¿Habrá tiempo para desplegar y rentabilizar el 5G antes de que llegue su sucesor en menos de 6 años?
Los expertos destacan que muchos operadores están esperando a ver cómo se monetizan los despliegues iniciales de 5G SA antes de realizar la inversión a gran escala que sería necesaria para hacer de esta red algo más generalizado. Se espera que en la primera mitad de 2024 los despliegues de 5G SA se reduzcan, aunque a finales de año podría incrementarse de nuevo, según Counterpoint.
«La evolución de esta situación influirá en el calendario del 6G. El sector no puede permitirse otro ciclo de tecnología ‘G’ en 2030 si el 5G no ha sido capaz de ofrecer resultados para entonces», apostilla el analista de Ookla.
Fuente: Business Insider